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RECUPERANDO EL SENTIDO COMÚN

Una de las muchas verdades que la pandemia ha puesto sobre la mesa es una ya muy conocida pero no por ello menos ignorada, la de que el sentido común es el menos común de los sentidos.


Si habitualmente hace poco acto de presencia, siendo sustituido por la cháchara sin fundamento alguno, o por discursos dictados por el miedo o por intereses ocultos o no tan ocultos o por las ideologías que no ven más allá de sí mismas, a lo largo de estos casi dos años de monográfico el sentido común ha sido prácticamente expulsado de la escena y ha sido silenciado cuando no acusado de todo tipo de bobadas.


El sentido común no puede doblegarse a teorías que se imponen como supuestas certezas que no lo son y que el paso de las semanas pone en el lugar que les corresponde, el de la mentira, o la falacia, o sencillamente el error, muy humano, pero error, al fin y al cabo. Tampoco puede doblegarse a imposiciones basadas en más que dudosas premisas que también se disfrazan de certezas. Y no puede hacerlo porque tiene el raro defecto de pensar por sí mismo y de llegar a sus propias conclusiones, asumiendo que nadie tiene nunca toda la razón, asumiendo por tanto un margen importante de incertidumbre (por molesta que sea), y teniendo la humildad de rectificar si los hechos demuestran evidencias diferentes. Y los comportamientos que se han guiado por el sentido común han sido tanto o más certeros que los supuestamente guiados por las certezas que se nos vendían como tales. Decía Voltaire que la certeza era un estado ridículo, y ridículas se ven numerosas de las afirmaciones y actuaciones, y más que se verán a medida que el tiempo juzgue implacable.


Creo que la historia hará justicia, si es que hay memoria y honestidad para ello, y determinará que muchas de las medidas que se han tomado y se siguen tomando básicamente desde el miedo y el autoritarismo, restringiendo libertades y señalando a los que no se comportan como se ha decidido que hay que comportarse, no tenían justificación alguna. No es este el espacio para entrar en discusiones tan vanas como inútiles, aunque a estas alturas y cuando la llamada sexta ola retrocede sigo sin entender demasiadas cosas. No entiendo (ni he entendido nunca) la mascarilla en exteriores, no entiendo el pasaporte covid, no entiendo la fijación por vacunar a los niños, no entiendo tanto mensaje que culpabiliza a los ciudadanos, no entiendo… 


Y como no han cesado de obsequiarnos con cifras a diario para demostrar la magnitud del problema, tal vez sería bueno recordar algunos conceptos. Por ejemplo, un “positivo” NO es un enfermo, es más, mayoritariamente es un NO enfermo aunque se le trate como tal y se le obligue a recluirse y/o a coger la baja. La detección de tal infinidad de positivos se debe básicamente a la desmesurada práctica de tests que se realizan en su mayoría a personas que no tienen síntoma alguno o tienen síntomas leves, con el pretexto de detener aquello que no se puede detener. Lo que tiene sentido en colectivos de riesgo lo pierde al salir de esos márgenes razonables. Escuchar cifras de docenas de miles de casos crea una sensación de peligro que no tiene fundamento alguno, y más cuando el comportamiento de las variantes más recientes del virus está siendo muy parecido a las infecciones por virus respiratorios que nos vienen afectando cada invierno desde siempre. Hemos entrado en una especie de orgía de sobrediagnóstico que sigue teniendo acogotada a parte de la población, obsesionada con palabras como pcr y test de antígeno que se practican como si nada. Una orgía nada barata, por cierto, y nada ecológica, pues el impacto ambiental de los millones de mascarillas y demás residuos tampoco va a salirle gratis al planeta.


Otro dato que me gustaría recordar es que cada año, especialmente en invierno, las sobreinfecciones respiratorias causan la muerte de un número más que respetable de personas, que en su mayoría tienen patología de base y/o edad avanzada, factores de riesgo por sí solos. Lo que puede empezar como un resfriado se complica con una bronquitis o una neumonía y puede acabar mal. Pero esas cifras no aparecían ni aparecen todos los días en las noticias. Lo que ahora se atribuye al coronavirus ocurría también con el virus de la gripe y con muchos otros, pero no se hacía diagnóstico específico, ni se alimentaba la alarma.


Mientras tanto, es preocupante que la vida cotidiana, las conversaciones, la organización de las familias y de las actividades de cualquier tipo, esté girando alrededor de la dictadura de las pcr y los test de antígeno y del coercitivo pasaporte covid. ¿No les parece que ya es suficiente? Ya es hora de normalizar los discursos, porque si quienes tienen el poder y la autoridad no lo hacen mucha gente seguirá sumida en el miedo y en la inacción, con la falsa sensación de peligro persistente. Y no lo olviden, estar en permanente alarma genera desequilibrios hormonales que impactan negativamente en nuestro estado de ánimo y en el funcionamiento de nuestro sistema inmunitario. Sobreprotegerse no es inofensivo, no lo olviden.


Todos los días mueren y morirán personas. Es inevitable. Hoy en día, y tras dejar ya muy atrás los terribles primeros meses de la pandemia, el coronavirus es una causa más entre otras muchas. Ni es la única, ni la más importante, ni la más peligrosa. Todos hemos de asumirlo de una vez por todas. La vida está para vivirla mientras dure, no para temerla, ni para planificarla ni pretender controlarla. Vivan, usen el sentido común y la intuición para protegerse, y vivan.

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8 comentarios en “RECUPERANDO EL SENTIDO COMÚN”

  1. Tu claridad y calidez presentando tus artículos y escribiendo tus libros son una gran ayuda para todos los que te conocemos. Abren conciencia hacia la vida y hacia la muerte.
Gracias J.Carlos

  2. Así es J. Carlos, mucha confusión, mucho miedo y muy poco cuidado real y autentico de nuestra salud. Gracias por tu honestidad.

  3. Toda la razon! Es importante admitir la realidad…
Coronavirus? Una más!!
Vivir la vida, día a día, minuto a minuto.
Sin escatimar emociones, valorando cada instante, con la mirada al frente…
Algun dia llegara el fin, entonces no valdrán las lamentaciones!
Muchas gracias Juan Carlos por refrescarnos las ideas!!

  4. entido común: Capacidad para juzgar razonablemente las situaciones de la vida cotidiana y decidir con acierto. Compartir con el Dr Trallero el punto de vista sobre esta situación de alarma
continua, me da la tranquilidad de creer, que mi sentido común funciona y que estoy en lo cierto cuando vivo sin miedo. Vivamos. Gracias J. Carlos.

  5. Estoy al 100% de acuerdo con todo el contenido de este artículo. Basta de miedo, convivamos, sobreprotegernos no es inofensivo. Impacto ambiental, cerremos los canales exteriores habituales de comunicación y escuchemos lo que nos viene de adentro. Escuchémonos. No nos dejemos llevar por el sinsentido ni el miedo incontrolado.
    Gracias

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