Afrontar el final de la vida de un ser querido es para una familia una etapa de gran intensidad emocional. Lo que sucede durante el proceso y cómo se vive condicionará no solo la atmósfera en la que todo transcurre, sino que también condicionará cómo será el posterior duelo. Todo ello se intensifica cuando se acerca el momento final, y lo que ocurra en esas últimas horas dejará una impronta imborrable. De ahí la importancia de que ese recuerdo sea positivo pese al dolor y la tristeza.
Entonces, cuando llegamos a las últimas horas de vida, ¿qué se puede hacer? En medio del torrente de emociones es normal que surjan las dudas, y más cuando es la primera vez que las personas viven una situación como esta. ¿Cómo hemos de comportarnos? ¿Cómo podemos ayudar?
Sabíamos que el momento tenía que llegar, pero aun así nunca se está preparado del todo. Y, sin embargo, es esencial ser conscientes de que así es, que la muerte ya está muy cerca, que el enfermo se irá desligando de lo terrenal y que hemos de aceptarlo, acompañarlo amorosamente y dejarlo ir.
¿Qué podemos hacer?
El momento será trascendente, y como todo lo trascendente necesita recogimiento y calma. Para ello será importante generar una atmósfera de respeto y sosiego en la habitación, sin ruidos, sin excesos, siendo cuidadosos con lo que se expresa. Son momentos para la intimidad, y para que estén los más íntimos.
El mismo cuidado lo aplicaremos al tocar o mover su cuerpo, siempre con delicadeza y suavidad, y haciendo solo lo imprescindible. Ya no es hora de protocolos ni de control, lo único importante es que esté lo más confortable posible, el resto de las medidas ya son prescindibles.
No te sorprendas si en esa última fase ocurren fenómenos que tal vez te desconcierten, como que diga que ve o escucha a un familiar ya fallecido, o que notes un cambio en su mirada o en su forma de expresarse, como si ya estuviera en otro lugar. En medio de tu pena, acoge lo que venga, sin juzgarlo ni querer buscarle explicaciones, desde la comprensión, y sintiendo el privilegio de estar presente. Porque es un privilegio, aunque entonces tal vez no te lo parezca. Lo valorarás con el paso del tiempo.
Y no perdamos de vista que, aunque esté inconsciente, su ser percibe lo que allí sucede. Por tanto, actuemos y acompañemos según lo que él o ella desearían, su voluntad ha de ser siempre nuestra referencia. Que ya no pueda haber comunicación audible no significa que no la haya. Dile lo que sientas, o díselo desde tu corazón, transmítele tu amor, agradécele lo que te ha dado en vida, y no lo retengas, déjalo marchar, es su momento.
Todos estos pequeños detalles pueden ayudarte y ayudar a tu ser querido, y sin duda contribuirán a sostenerte en la fase más dolorosa del duelo. Y no tengas miedo de estar, ni de sentir. Forma parte de la experiencia humana que todos hemos de compartir, o ya hemos compartido.





4 comentarios en “LA TRASCENDENCIA DE LOS ÚLTIMOS DÍAS: ¿QUÉ PODEMOS HACER?”
Gracias por este conocimiento que me parece el mejor que he conocido después de la existencia de Dios, mí esposa acaba de trascender, es decir, su cuerpo dejó de existir, y su energía, alma, o espíritu como lo quieran llamar, sigue viviendo en otro plano donde la visa es más real que en dónde estamos viviendo hoy, los que nos quedamos aquí.
Gracias por tu comentario.
De lo que escribes me quedo con lo de “desde tu corazón, transmítele tu amor, agradécele lo que te ha dado en vida, y no lo retengas, déjalo marchar, es su momento”.
Hace dos años y medio que falleció mi marido y para mí fue inesperado, seguramente porque negaba la evidencia. Cuando la Dra. me dijo, Mª Angels, es irreversible e incompatible con la vida, él no querría vivir así… el mundo se desvanece ante tus ojos y no sabes qué decirle para dejarlo marchar en paz.
Cuando lo sedaron en la UCI, 4 días después de su ingreso, teníamos la esperanza de que sólo era para unos días. Fueron algo más de 3 semanas y ya no despertó.
Por eso encuentro importante saber qué decirle.. Mi despedida la incié con la frase “ojalá pudieras quedarte” y, cuando finalicé, 2 lágrimas cayeron de sus ojos.
No tengo ninguna duda que le llegó mi mensaje.
Muchas gracias por compartir este mensaje tan personal. Las despedidas son difíciles y dolorosas, y no nos han enseñado a saber estar, ni a saber qué decir. Aprendemos sobre la marcha, pero es un aprendizaje muy valioso. No lo dudes, tu mensaje le llegó. Un abrazo.