Durante mi juventud, un tarjetón con un bonito paisaje de fondo y una frase escrita sobre él presidió mi mesa de estudio durante muchos años. La frase era un proverbio hindú que decía: Solo posees aquello que no puedes perder en un naufragio. El paso del tiempo no ha borrado de mi memoria ni la fotografía ni la frase, pero sí ha ido esculpiendo un sentido diferente para esas palabras, porque obviamente no soy ahora la misma persona que estudiaba Medicina en aquel pupitre.

Si lo pensamos bien, la frase es todo un desafío, porque en nuestra sociedad todo apunta justamente en dirección contraria. El “tanto tienes, tanto vales” no es únicamente un tópico con el que hacer chascarrillos, es una realidad que se infiltra no solo en cómo nos mide o valora el sistema y muchas de las personas que nos rodean, sino en lo que nosotros mismos pensamos de nosotros y de nuestras vidas.

Hace mucho tiempo que la economía se apoderó de nuestras mentes e instaló en ellas por defecto una especie de traductor automático que convierte todo objeto y todo acto o tarea o servicio en un equivalente dinerario. Las reglas no escritas dicen que siempre hay que salir ganando, y ejercen una tiranía que envenena la vida y la convivencia.

La misma regla se aplica a los bienes materiales y al espacio. Nunca hay que ir a menos, siempre a más. Por eso nos dicen que cuanto más vivimos, más espacio necesitamos, se supone que para poder acumular y guardar más cosas. Como si nuestra vida fuera una progresión constante de tener y tener. Como si nuestra vida no fuera a terminar nunca.

El desprendimiento, el soltar, el liberarse, no se refiere a aquello que nos sobra o que nos molesta, sino que va mucho más allá. El desprendimiento es demostrarse a uno mismo que es libre y que no está sometido. Y eso no atañe solo a lo material, sino también a lo situacional, y a lo relacional. Desprenderse, de lo que sea, sin duda exige un esfuerzo y tener la voluntad de hacerlo, porque lo fácil es retener y dejarlo todo como está. Desapegarse es una tarea a veces muy ardua, pero necesaria para crecer como personas. Cuanto más desapegados nos encuentre la enfermedad definitiva, menos nos costará irnos en paz. Y eso podemos entrenarlo, no hace falta esperar a iluminarnos en el último momento.

Todo lo que es difícil requiere un entrenamiento y una preparación. Por tanto, es cuestión de ir probando, haciendo pequeños o grandes gestos de desprendimiento. Nuestra libertad es directamente proporcional a nuestra capacidad para desprendernos incondicionalmente y sin esperar nada a cambio de todo aquello que está con nosotros, pero que no es nosotros. Por ejemplo, una mudanza es una gran oportunidad para ejercitar ese desprendimiento, para someter cada mueble, cada objeto, cada prenda de ropa, cada papel, a la pregunta de si realmente lo necesito para vivir y si me ayuda a ser más feliz o a ser mejor.

Desde la mentalidad economicista y materialista, el desprendimiento es absurdo, es ilógico, es casi antinatural. Pero esa mentalidad no solo mata la generosidad y la gratuidad haciendo la vida menos respirable, sino que cuando la vida llega a su final, no sirve absolutamente para nada. Y, sin embargo, es precisamente esa capacidad para el desprendimiento lo que facilita irse desligando de lo que ya no importa, centrarse en lo único que verdaderamente importa, y transitar en paz dejando el regalo de la paz a nuestros seres queridos.

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7 comentarios en “ENTRENAR EL DESPRENDIMIENTO”

  1. Sensata y oportuna reflexión.
    Sí. Se trata de ir soltando amarras para llegar “ligeros de equipaje” como decía Machado.
    Ese desprendimiento no sólo es económico en general, de bienes, de pertenencias materiales, sino también biográfico, de afanes excesivos de reconocimiento, de justificación por los otros.
    Lo importante es llegar progresivamente a ser, algo que el tener puede perturbar y algo que acoge altibajos,
    Al final, el criterio válido será lo que hayamos ido concediendo al Amor, lo que hayamos amado como decía S. Juan de la Cruz.
    Un saludo

  2. Muchas Gracias Joan Carles por esta reflexión de vida sobre el desprendimiento…
    Cuantas cosas materiales nos retienen la atención y que poco valor tienen…
    Cuanto amor se puede desprender cuando lo que es realmente importante, las personas que queremos son el centro de nuestra atención, de nuestro apoyo y podemos prepararnos conjuntamente a afrontar el futuro…
    Mil Gracias! Como siempre!!

  3. Creo que con la edad vas relativizando y sale de una manera natural irte desprendiendo de objetos e incluso de afectos
    La naturaleza es muy sabia

    LALI

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